sábado, 25 de junio de 2016

EL RETRATO

    Al constatar la viuda que en su casa había faltado siempre el preciado retrato matrimonial, contrató los servicios de un fotógrafo venido de la ciudad, para que valiéndose de sus fotografías hiciera “posar” a los consortes. A sabiendas de que el esquivo occiso ya no podría negarse, la cliente, una vez escogidas sus imágenes predilectas, complacida de imaginar colgado el cuadro como valioso trofeo en la entrada principal de su morada, con aire de envanecimiento, instruyó al artista: “Le dejo junto a la foto de mis quince otra de mi marido, donde se ve bien presentado. Ah, y para más formalidad, no me gustaría que saliera con ese sombrero puesto. ¡Se lo quita, por favor!”. De acuerdo, asintió el fotógrafo, recibiendo las dos fotos y un tercio de la paga por adelantado.

    A punto de marcharse, el artista de la lente, pensativo, se regresa a preguntarle a la mujer: “Oiga, si no es indiscreción, ¿para qué lado se peinaba su esposo?”. –La doña, ceja arqueada, pelando la órbita del ojo, sin malicia, le contesta: “Pos ahí se le fija, ¿no?, al fin y al cabo, le va a quitar el sombrero”.

                                                                                                                                                   J.J.A.Z